Aguas que vienen de lejos y en ligero serpenteo cruzan por colonias de Mazatlán, aguas llamadas Arroyo Jabalines, que se convierten en Estero del Infiernillo, en su ruta al mar.
Mazatlán, popular y turístico, es atravesado por una vena verdosa o parda, que humedece los suelos, vitaliza manglares y es el sustento de garzas, garcetas, peces, tortugas, patos pichichines, serpientes y hasta caimanes desbalagados en aparente extravío. No falta uno que otro pescador, que acude por su porción de alimento.
El Arroyo Jabalines y sus manglares son todavía hogar silvestre y respiradero natural de Mazatlán.
Pero dictaron una sentencia de muerte, a manos de 450 millones de pesos. El plan es construir un revestimiento de concreto de 3 kilómetros de longitud. Para los primeros 580 metros autorizaron 422 mil pesos.
Los ecologistas protestaron y sostienen su rechazo a la obra, como siempre. No les hicieron caso, como siempre.
Vegetales y animales acuáticos tienen colores, formas, movimientos. Son sus potentes voces desde la vida. Pero los oídos sordos no escuchan ruiditos ni estruendos. Son sordos y además taponados.
Vegetales y animales acuáticos tienen colores, formas, movimientos. Son sus potentes voces desde la vida. Pero los oídos sordos no escuchan ruiditos ni estruendos. Son sordos y además taponados.
Vegetales y animales no escriben cartas al gobernador. No tienen diputados, que de todas maneras no les harían caso. No son pueblo bueno para que los escuche un presidente municipal o un presidente de la República.
¿Continuarán las declaraciones sobre protección de manglares y equilibrio ecológico? Declarar es buen deporte, deja dividendos electorales.
Díceres
-¡Los humedales también van por el subsuelo!- exclamó el ecologista histórico, Sergio Octavio Valle Espinosa.
-¡Claro que afectará la mecánica de suelos! ¡Son unos bárbaros!- dijo también.
¿El tema? La obra pública destructiva de naturaleza en el Arroyo Jabalines, en Mazatlán, Sinaloa, México. Que lo sepan y lo recuerden todos.
Ha de ser más barato colocar concreto que dragar el cauce y cuidar manglares y animalitos de Dios. Ha de ser preferible el concreto, que dar trabajo a gente sencilla. Además, ha de ser un buen negocio. Que lo sepan y lo recuerden todos. Es en Mazatlán, Sinaloa, México.